viernes, 26 de julio de 2013

Nos señalan

Como si no supiéramos de que va el juego.
Apuestas las ganas a una intuición en dos colores.
Gira la rueda y pierdes la cara y la cruz que te viene encima.

Como si no tuviéramos esa sensación del que habría pasado si hubiéramos apostado a otro número.
Y sí Escandar, repaso los números a los que no sigo llamando, pero en ocasiones, hay que echar la mierda sobre los que dejaron de descolgar.
Porque nosotros ya estamos de mierda hasta el cuello, es decir,
olemos a juventud que dan arcadas. 

Su ruleta solo se detiene para señalarnos con el dedo.
El mismo dedo que vive junto al corazón
con anillo de para siempre
y que ha atravesado el alma de señoritas,
que cobraban entrada. Y ellos nos señalan.

Ap(u)estan fuerte,
porque han aprendido a ganar tirando tantos faroles
que han cambiado las reglas
y ahora somos nosotros
los que nos perdemos contando hasta cien.

No sudan la camisa,
la corbata en simetría con su cara de imbécil
y los zapatos brillantes,
para que en ellos reluzca algo.

Y ellos nos señalan hablando de perros y flautas.
Como si una rasta cortara más que un cuchillo,
como si un piercing fuera un dedo en el gatillo.
Como si la tinta sobre nuestros cuerpos, cuadernos o libros,
fuera más dañina que sus firmas que
recortan en,
o suben el,
o nos echan de.

Pero en el ajedrez, cuidado con los peones, porque ya han derribado torres, aprendido a domar un caballo y afilado la pluma.
Y sí, conocemos vuestras flaquezas.


1 comentario: