jueves, 28 de noviembre de 2013

“Sé triste si eso te hace feliz”: Como si conociéramos una alternativa.




“Sé triste si eso te hace feliz” 
 Lara Moreno-Ventas

Como si hubiera alternativa o tuviéramos elección Lara, o alguna vez alcanzamos ese instante, por pequeño que pareciera, en el que pudiéramos elegir no serlo. No necesitamos más análisis que los morfosintácticos para conocer nuestra carencia de endorfinas o la imposibilidad de realizar una sinapsis corporal si no nos han acertado en el centro de la diana. Vivimos una época difícil para los soñadores y sigo esperando que algún día se produzca “a love revolution” y lo celebremos gritando en los balcones te quieros con más energía que pulmones. Que creer en el amor sea el primer paso acabar con la guerra pero. 

La involución actual del ser humano, ¿se considerará una especie de progreso en los futuros libros de historia? 


Te obligan a salir, así que,  cierra tus sueños y apaga las ilusiones, pero no olvides pagar las facturas. Es la sensación 
de:


Estas en una pequeña barca de madera y navegas a solas. El paisaje es oscuro, con niebla de fondo y una acumulación de estrellas que sólo puedes intuir .Es invierno en tu vida, como cada día, y hace frío, así que decides crear una hoguera de recuerdos dañinos y presentes inciertos y quemar en ella los remos para calentarte unos instantes, hacer una combustión de ti y tus circunstancias.


Bienvenido, ahora vas sin rumbo, eres otro animal en medio del océano. El agua empieza a congelarse y tu única alternativa es introducir los brazos en ella para avanzar hacia una tierra que no ves, más rápido. Se te congelan las manos y empiezas a ponerte azul. La sangre solidifica y en el siguiente impulso va a atravesar la aurícula derecha. Venga, adivina tú el fututo.


Soy triste por naturaleza, alcohólico por inercia y aunque sé que no lograré cambiar el mundo, tengo mi lista dorada de personas a las que he cambiado un poco la vida. Y espero que todas ellas lo sepan. Algún día la palabra melancolía formará parte de mi cuerpo y mientras tanto, sonrío a los problemas mientras mi trastorno obsesivo-compulsivo no diagnosticado se revuelca en el lodo y disfruta con ellos.


Pero aun así, hay días que por mucho que llueva, es imposible estar triste.






  







domingo, 17 de noviembre de 2013

Domingo número 177




Es domingo noche.

Otro domingo más, que en los cinco últimos años, sabe demasiado a despedida.
Leí que todas las historias empiezan con alguien marchándose a otro lugar y yo, hace tiempo que sólo quiero irme lejos, si es de tu mano. Es la noche más oscura de la semana y viene acompañada de la nostalgia de noviembre. Aunque no hace frio, es la voracidad del vacío la que me hace temblar ésta noche. Como si no entendiera que caminar de espaldas supone más choques y golpes de los que dejan cicatriz, pero no puedo avanzar sin dejar de mirarte a los ojos. Es domingo y vuelvo a tener miedo, y esto es, lo más sincero que voy a escribirte ésta noche. Créeme si te digo que pasamos una media de 108 horas separados a la semana. Perdón por el dato, pero ya sabes lo que me gustan los números para justificar todo lo que no llego a entender. Estos años he ido acumulando fantasmas y monstruos bajo la cama, como se acumulan las palabras, hasta el punto de ahogarte al no poder tragártelas. Es la sensación de lejanía la que se apodera de todo. Quiero decir, mi incapacidad por estar a tu lado en cinco minutos por si todo se emborrona o tienes que quemar alguna duda. Otra vez el miedo a que, cuando sea viernes, algo en ti haya cambiado, o peor, que sea yo el que vuelva distinto. Ansiedad porque quiera abrazarte mañana y tenga que esperar cinco días para volver a respirarte. O la necesidad de escucharte reír y no poder hacerte cosquillas y tener que hacer un poco el idiota por teléfono para conseguirlo. Ya lo sabes, es todo éste huracán de pesadillas sin ti.

Y lo peor del lunes será el sabor que deja la resaca de domingo, otra vez más.

martes, 5 de noviembre de 2013

Pentagrama siglo XXI



Vivimos en un pentagrama en el que lo importante es
el Yo sostenido.

Donde la música se ha convertido en el ruido de nuestros escombros reventando contra el suelo,
acompañado con una suave melodía de cristal,
que nos hace añicos el futuro.

Y dudamos,
sosteniendo el puñal afilado a base de decepciones en una mano
y cruzando los dedos con la otra,
suplicando que no nos salpique el olor de nuestra propia sangre.

Tenemos las carteras llenas de deudas,
y lo que es aún peor,
las pupilas plagadas de dudas.

Brillamos menos,
porque llamar la atención ha adquirido acepciones
con las que no quisimos jugar.
Y ahora,
nos sumergimos en nuestras profundidades sin preocuparnos por volver a la superficie o a respirar.

Nos empeñamos en echar el ancla para evitar que se hunda el barco,
y ahora que todo comienza a inundarse,
no encontramos ningún capitán a bordo.
O se ha marchado o como todos: nunca ha estado.

Lloramos en silencio,
porque los muros de papel amplifican el sonido con la misma facilidad con la que se derrumban cuando intentas sostenerte.

Nos tragamos los vómitos de palabras que riman con el pozo que tenemos por presente.
Y tocamos fondo sin querer evitar la caída.

¿Y sabéis que?
Aun así, aullamos por la noche a la luna para que quede claro,
que no vamos de corderos
y sobre todos,
que no seremos degollados. 

"Ésta es nuestra música
y no vamos a irnos a tocar 
a ninguna otra parte".

jueves, 10 de octubre de 2013

Borrador para decir: "Lo siento".(o cómo empezar una discursión).

Hola "X":


Te pido perdón por las vueltas de hoja en el mismo libro, porque las páginas también se desgastan. 

Quería decirte que lo siento por la discursión de anoche. Ya conoces mis tontas manías y mi nula capacidad de reacción, cuando no entiendo el fin primero de algunas acciones.


No comprendo que te enfades si es solo una canción.

En serio, que sentido le encuentras a decir eso, si sabes de sobra que es solo una amiga. 

Perdón de nuevo por mi torpeza, pero cuando salgo a bailar me piso mis propios zapatos. Quiero decir, que giro sobre mi mismo una y otra vez, y termino siempre en el mismo punto de referencia. 

No dejes el móvil tan cerca. Por favor, cierra la sesión en facebook. Hay caramelos con envoltorio aleatorio, y prefiero quedarme con hambre a tener que tragarme su amargura. 

A veces creo que estás ciega. Acaso no ves como yo, con otros ojos, pero mirando el mismo escenario, que "Y" se muere por tus huesos y tú no haces nada para evitarlo. 

Perdona, no volveré a hablarte así. Pero sucede que hay demasiados dedos en esas dos manos que tanto ansian bailar por tus poros, las mismas que necesitan sumergirse en los confines de tu alma, para sumar un punto a la lista de princesas a las que lograron derribar.

Lo siento, es el principio de incertidumbre de tus dudas el que me dicta cada palabra. 

Perdón por mi cúmulo de miedos, pero las nuevas paredes de éste cuarto aguardan un armario en el que caben demasiados monstruos. (y no es una metáfora)
 

Y tranquila, no pienso salir volando. 


viernes, 26 de julio de 2013

Nos señalan

Como si no supiéramos de que va el juego.
Apuestas las ganas a una intuición en dos colores.
Gira la rueda y pierdes la cara y la cruz que te viene encima.

Como si no tuviéramos esa sensación del que habría pasado si hubiéramos apostado a otro número.
Y sí Escandar, repaso los números a los que no sigo llamando, pero en ocasiones, hay que echar la mierda sobre los que dejaron de descolgar.
Porque nosotros ya estamos de mierda hasta el cuello, es decir,
olemos a juventud que dan arcadas. 

Su ruleta solo se detiene para señalarnos con el dedo.
El mismo dedo que vive junto al corazón
con anillo de para siempre
y que ha atravesado el alma de señoritas,
que cobraban entrada. Y ellos nos señalan.

Ap(u)estan fuerte,
porque han aprendido a ganar tirando tantos faroles
que han cambiado las reglas
y ahora somos nosotros
los que nos perdemos contando hasta cien.

No sudan la camisa,
la corbata en simetría con su cara de imbécil
y los zapatos brillantes,
para que en ellos reluzca algo.

Y ellos nos señalan hablando de perros y flautas.
Como si una rasta cortara más que un cuchillo,
como si un piercing fuera un dedo en el gatillo.
Como si la tinta sobre nuestros cuerpos, cuadernos o libros,
fuera más dañina que sus firmas que
recortan en,
o suben el,
o nos echan de.

Pero en el ajedrez, cuidado con los peones, porque ya han derribado torres, aprendido a domar un caballo y afilado la pluma.
Y sí, conocemos vuestras flaquezas.


miércoles, 19 de junio de 2013

La misma piedra.

Las piedras con las que tropiezo,
  acabarán siendo camino. 
"María Isabel GS"

Podemos caminar descalzos, 
ennegreciendo las suelas de los zapatos
que lanzamos lejos
para no dejar más huellas. 

Agrietar tanto los pies como el alma,
mientras afilamos adoquines y los colocamos
en el centro de la senda. 

Podemos tropezar con la piedra, 
girarla,
darle la vuelta a todos los conceptos adquiridos.

Agarrarla y lanzarla al mar de dudas
que nos acompaña en cada travesía. 
Quitarnos la ropa, 
sumergirnos y recuperarla. 
Encharcarnos los pulmones
y cargar con ella a la espalda. 
Ahogarnos por no aguantar su peso, 
mientras nos partimos las vértebras en su honor. 

Pesar las cicatrices y redibujar sus formas. 
Tatuarnos a la piedra o desgarrarnos las rodillas.
Reafilarla. 
Cortarnos las venas con ella. 
Reventar de un golpe. 

Sabemos hacer malabarismos con la piedra.

Podemos jugar, patear, volver a lanzarla al mar y que ésta vez no se sumerja. 
Que baile eternamente sobre la superficie salada creando círculos concéntricos de los que nosotros, 
no saldremos. 

Destrozarla y con los pedazos, 
inventarnos un camino. 

No olvidar que si tropezamos es
porque estamos sobre ella. 
Y que esa piedra puede ser 
nuestro destino. 



viernes, 7 de junio de 2013

Ella no estaba

"Ella sólo le tiene miedo al miedo, y hasta el miedo la amaría".
Carlos Salem.


Ella se deslizaba como patinando sobre hielo, por las aceras resbaladizas de una ciudad más triste desde que se marchó.


Él deshojaba los paquetes de tabaco buscando el “me quiere” en mono-dosis que a veces, lo dejaban dormir por las noches.


Ella se callaba cada una de las cicatrices que escondía bajo el pecho, la quemaron a fuego lento y las ostias destrozaron sus esquemas.


Él se refugiaba tras un muro dinámico, con destino opuesto a sus pesadillas.


Ella sonreía a medias, las que él, no le quitaba.


Él lloraba por las noches jugando al escondite con el insomnio. Contaba hasta cien y salía a buscarla con los ojos vendados,  olfateando la miseria.


Ella sonreía en salas repletas de personas vacías y bailaba entre abrazos de media noche que duraban cinco minutos.


Él dibujaba armas de fuego y las cargaba con palabras. Después se disparaba a quemarropa. 


Ella no era la musa del no te vayas nunca y Él no sabía correr si no era frente a su espalda.


Él pasaba como una tormenta sin opción a ca(l)ma, se automedicaba con la ansiedad, (no se puede luchar contra ella)  y desteñía los colores de su ropa.


Ella cambiaba de peinado pero no de perfume.


Él rastreaba cada una de las moléculas de su aroma.


Ella escondía el destino bajo su falda.


Él dejó de creer en las casualidades desde que escuchó el compás nervioso de su cucharilla contra la taza de café.


Ella dilataba sus pupilas.


Él multiplicaba la parte real de sus derrotas por la componente imaginaria de sus mentiras.


Ella irradiaba miradas y desprendía retinas ajenas.


Él caminaba más despacio y arrastraba los pies a solas por los lugares que los vieron crecer.


Ella no estaba.


Él borraba el arcoíris que Ella había dejado sobre su almohada. Curaba con alcohol barato las cicatrices que sus huellas habían provocado en cada una de las esquinas de su sistema nervioso.


Ella  no estaba.


Ella no estaba.


Y Él
ya no sonreía. 

Mi teorema

Podría cortarte las estrellas,
una a una
en triángulos equiláteros
y pedirle a la hipotenusa de tu ombligo,
que a ésta altura,
mejor calculamos tus senos.

Eres el número imaginario
y todas las partes reales,
que nunca pensé que existían.

Me quedo sin argumento
cuando integro las razones
que derivan de exponer,
la sección de tus deseos.

Eres el epicentro de la esfera,
la cuadratura de los círculos
que se revolucionan,
ante el volumen de tus sueños.

La componente compleja de ésta historia.
La razón extrema de mi teorema.

No importa
en qué sentido gires,
pues las agujas del reloj
solo quieren imitarte.

Jamás dejes que te acoten,
porque si hablamos de límites,
Tú,
tiendes a infinito.

Y que se jodan los paréntesis.