domingo, 17 de noviembre de 2013

Domingo número 177




Es domingo noche.

Otro domingo más, que en los cinco últimos años, sabe demasiado a despedida.
Leí que todas las historias empiezan con alguien marchándose a otro lugar y yo, hace tiempo que sólo quiero irme lejos, si es de tu mano. Es la noche más oscura de la semana y viene acompañada de la nostalgia de noviembre. Aunque no hace frio, es la voracidad del vacío la que me hace temblar ésta noche. Como si no entendiera que caminar de espaldas supone más choques y golpes de los que dejan cicatriz, pero no puedo avanzar sin dejar de mirarte a los ojos. Es domingo y vuelvo a tener miedo, y esto es, lo más sincero que voy a escribirte ésta noche. Créeme si te digo que pasamos una media de 108 horas separados a la semana. Perdón por el dato, pero ya sabes lo que me gustan los números para justificar todo lo que no llego a entender. Estos años he ido acumulando fantasmas y monstruos bajo la cama, como se acumulan las palabras, hasta el punto de ahogarte al no poder tragártelas. Es la sensación de lejanía la que se apodera de todo. Quiero decir, mi incapacidad por estar a tu lado en cinco minutos por si todo se emborrona o tienes que quemar alguna duda. Otra vez el miedo a que, cuando sea viernes, algo en ti haya cambiado, o peor, que sea yo el que vuelva distinto. Ansiedad porque quiera abrazarte mañana y tenga que esperar cinco días para volver a respirarte. O la necesidad de escucharte reír y no poder hacerte cosquillas y tener que hacer un poco el idiota por teléfono para conseguirlo. Ya lo sabes, es todo éste huracán de pesadillas sin ti.

Y lo peor del lunes será el sabor que deja la resaca de domingo, otra vez más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario