domingo, 31 de marzo de 2024

Todo lo que nunca te he dicho

Te hubiera preguntado por la inocencia de nuestras palabras,
pero no quería que pensaras que
la cerveza caliente,
movía mis labios. 

Te habría gritado todo lo de tu belleza mil veces, pero prefiero quedarme callado y que te hablen mis ojos, 
clavados en los tuyos, 
mientras aprieto un poco más el nudo que me sostiene de no caerme por la borda. 
Haces que todo se tambalee y no sé qué nombre ponerle a eso. 

Esperaba ver tu falda bailando al ritmo del viento, 
pero al final solo se nos movió 
una pequeña brisa,
y yo, 
seguía preparado para un huracán.

Estoy echando de menos tus manos con las mías, tus sonrisas a escondidas, los abrazos salvavidas y la mezcla de miedo y ojalá que se refleja en mis pupilas. 

Te diría tanto que me quedo callado.
En silencio, con los ojos llenos de mar 
y luchando por evitar alguna frase 
que pueda hacer que huyas, 
que acabe con toda esta magia, 
por si el truco no funciona. 

Porque al final, 
supongo soy tan cobarde 
que prefiero la flecha tensa en el arco 
que un disparo fuera de la diana, 
para así, 
que al menos,
me quede la esperanza de atravesarte 
y dar en el blanco. 

martes, 20 de febrero de 2024

Te voy a echar de menos

Te voy a echar de menos,
como ahora echo de menos 
quien era yo,
antes de tí. 

Llegaste para desordenarlo todo. 
Para deshacer los nudos de mi garganta, lanzar todos mis jerseys de colores por los suelos y rozarme tantas veces,que nos cargamos de electricidad estática. 

Estática. Así te has quedado, mientras yo subo el volumen cuando escucho "toda esa puta electricidad", me descubro imaginándote en mi cabeza demasiadas veces al día y me falta el aire cuando estás delante. 

"Voy a tope" como despedida,
me ha sonado tan metafórico como mundana es la frase. Cuando te miro, yo si que voy a tope. Tan hasta arriba como un vaso debajo de un grifo abierto mientras se va derramando todo el agua sin descanso. 

De este historia nos vamos a acordar. Yo con todo ese cúmulo de quizás, con el dolor penetrando en mis costillas y la rabia de remar contracorriente. 
Tú, simplemente te vas a arrepentir. Un día sentada en el banco de un parque, mientras observas a tu hijo reírse balanceándose en el columpio, te acordarás de mí y desearás volver a la oportunidad que no nos diste por todo ese miedo que lleno tu cuerpo de escalofrios. Hace frío sin tí. 

Ahora entiendo todo eso de los trenes que pasan solo una vez por la estación. 
En resumen, que siento que al final, te voy a echar mucho de menos. 

miércoles, 7 de febrero de 2024

Cielo nocturno

Te dije: "llevas el cielo nocturno puesto" y no me supiste entender. Me refería a que desprendes toda la luz de las estrellas y ejerces sobre mí la fuerza de atracción de la luna sobre el océano. Así, que espero que entiendas las mareas que se están formando en mi tempestad. 


Te pregunté qué significa estar enamorado, solo para saber si tus ojos brillaban mientras lo explicabas. Hablaste de compañía y de tiempo con una mezcla de tristeza, nostalgia y ojalás en tus pupilas. 


Yo callé mi versión del amor porque significaba decir tu nombre y apreté los dientes al unísono con los puños para evitar gritarte un te quiero mientras contestabas.


Me hablaste del tiempo como quien te lo está prestando y no entendí si estabas hablando de mi vida en ruinas o dejando asomar un tal vez nosotros. Yo solo quería explicarte que en esta ocasión, no quiero llegar tarde. No quiero jugar con cartas marcadas y llamarlo destino por miedo a llamarlo por su nombre: miedo. 


Y hablaste del pánico a una huida que acabe en derrumbamiento. Expresaste el temor a una pesadilla donde quieres volver a casa, pero ya no hay nadie esperándote. Ahí, fuiste sincera. Ser valiente no, no es sólo cuestión de suerte. 


Y te habría dicho que mataría esos monstruos por tí, que te haría olvidar las dudas de los caminos que al final no escogieras y pintaría de mis mejores colores tus días grises.

Te despertaría cada domingo para incendiar un poco la semana y apoyaría mi cabeza sobre tu hombro cuando esté malherido. 

Que si la huida significa derrumbamiento, prefiero el suelo contigo a un cielo sin tí. 


Y te sujetaría, joder. ¿Quién coño podría dejarte caer?

domingo, 4 de febrero de 2024

Día 8

Al despertar he conseguido estar diez minutos sin pensar en tí. Y me he asustado. 

Te toca tirar a tí y hace dos días de silencio que están pareciendo una eternidad. 


No sé si estás jugando o estás caminando hacia atrás, pero tengo estas ganas inmensas de verte y ya he borrado el mensaje que te iba a enviar más de nueve veces, o diez...


Lo bueno del baloncesto es su dinamismo, la belleza en la velocidad del movimiento, los amagos imprevisibles, la ausencia de aire en tus pulmones cuando la pelota está girando alrededor del aro... Espero que disfrutases del partido, yo sigo botando la pelota mientras suplico que tú, encestes aquí. 

¿En qué aro estás pensando anotar?


Mate. En este caso, va con jaque. 

Y de nuevo, el que muere, soy yo. 

martes, 30 de enero de 2024

El insomnio

Tengo un vacío oprimiendo el pecho, la alegría escondida por las sombras y los calcetines de colores deshaciéndose por el suelo. 


Me fui de viaje y olvidé el chaleco antibalas en la maleta, me dejé el paracaídas sin remordimientos y al final, caí por el abismo mientras tú observabas desde arriba. 


No voy a mentirte, tengo el cuerpo lleno de cicatrices y moratones que he ido coleccionando durante todo este pasado de guerras, pero de esta batalla siento que voy a salir malherido, dañado, destrozado, hecho añicos.


Despues de este golpe voy a estar tambaleándome durante un tiempo, así que guárdame biodramina por si me llega el mareo. 


Me has tocado. Joder, me has tocado por fuera y me has abrazado por dentro. 

¿Cómo se pierde una guerra cuando no sé si eres mi aliada o mi oponente?

¿Cómo te rindes si no te han dejado pisar aún la batalla?


Merezco un vis a vis para desangrarme, abrir el pecho y que vuele todo este vacío que no me deja dormir por las noches. 

Merezco salir noqueado pero con la cabeza bien alta. Gritarte al oído que te quiero y explicarte que lo de mis calcetines de colores es para tener los pies en el suelo pero no perder la locura mientras camino. 


Contigo, te lo dije, al fin del mundo. 

Pero tu miedo ha desteñido el arcoíris que se formaba tras la nieve. 

Y noto que te estás deslizando, pero siento, que no vamos por la misma pendiente.

Y aun así, si vienes, te diré que te quiero.

martes, 16 de julio de 2019

36000 horas después

El pecho oprimido te inhabilita 
del color de una sonrisa 
y te destempla el alma. 

Escalas de grises sobre pentagramas de sueños
que se van emborronando,
desvaneciendo ante cada paso. 

Un pie delante del otro, 
a pesar de que tiemblan
cada una de tus extremidades. 

El sudor frío, 
la angustia desmedida,
el aliento entrecortado,
te acarician la espalda para despertarte. 

Hablabas de alas,
pero ellos,
exigen motores de propulsión.
Añaden contrapeso a tu estructura
y el despegue se hace tan improbable, 
como inestable sientes 
el trascurso de los días. 

Debes permitirte caer 
y que el estruendo sea tan grande
que se escuche en otro continente. 
Puedes permitirte bailar, 
aunque solo sepas pisar los pies
y termines exhausto y tumbado en el suelo.

Que andar con pies de plomo,
solo añade peso a cada uno de tu pasos.
Puede que el camino llano, asfaltado, 
sin vegetación ni piedras afiladas
sea imposible con ese contrapeso. 
Quizá sea más sencillo,
lanzarte de cabeza a una cascada 
en la que la espuma, 
esconde todo el fondo. 

Así que, 
Salta. 

miércoles, 17 de junio de 2015

Veneno


Tengo las alas atrofiadas,
cansadas de soportar la fatiga
de encrucijadas sin resolver.

Noto el desgarro en el pecho, 
esa especie de quédate, 
pero manten la boca cerrada 
y fóllame más lento. 

Los bailes pendientes 

el cúmulo de porqués 
juegan al escondite 
con un cascabel en el cuello.

Las serpientes 
muestran sus colmillos, 
mientras me juran que no tienen veneno.

Tengo un amarre de lágrimas navegando 
en la soledad de un desierto.

Aprendí a observar fijamente 
y a desviar la mirilla, 
cuando no era yo a quien apuntaban.

Soñé con cuchillos 
que me rozaban los dedos, 
y aunque no pude cortarme, 
noté 
el hedor a sangre en el suelo.

Entiendo,
con la carencia de cordura que me otorgas, 
que has sido paisaje surrealista entres mis manos 
y figura realista 
en las de cualquier otro.

No soporto la retórica si no empezamos exagerando. 
Y mucho menos,
si acabamos disonantes. 

Ya lo sabes, últimamente tengo una infinidad de Domingos cargados sobre mi espalda, mientras siento como las costillas se disocian y comienzan a desgastarse las alas. No hablo de volar, sólo de tener derecho a sentirlas, a poder acariciarlas. 

Supongo.