martes, 20 de febrero de 2024

Te voy a echar de menos

Te voy a echar de menos,
como ahora echo de menos 
quien era yo,
antes de tí. 

Llegaste para desordenarlo todo. 
Para deshacer los nudos de mi garganta, lanzar todos mis jerseys de colores por los suelos y rozarme tantas veces,que nos cargamos de electricidad estática. 

Estática. Así te has quedado, mientras yo subo el volumen cuando escucho "toda esa puta electricidad", me descubro imaginándote en mi cabeza demasiadas veces al día y me falta el aire cuando estás delante. 

"Voy a tope" como despedida,
me ha sonado tan metafórico como mundana es la frase. Cuando te miro, yo si que voy a tope. Tan hasta arriba como un vaso debajo de un grifo abierto mientras se va derramando todo el agua sin descanso. 

De este historia nos vamos a acordar. Yo con todo ese cúmulo de quizás, con el dolor penetrando en mis costillas y la rabia de remar contracorriente. 
Tú, simplemente te vas a arrepentir. Un día sentada en el banco de un parque, mientras observas a tu hijo reírse balanceándose en el columpio, te acordarás de mí y desearás volver a la oportunidad que no nos diste por todo ese miedo que lleno tu cuerpo de escalofrios. Hace frío sin tí. 

Ahora entiendo todo eso de los trenes que pasan solo una vez por la estación. 
En resumen, que siento que al final, te voy a echar mucho de menos. 

miércoles, 7 de febrero de 2024

Cielo nocturno

Te dije: "llevas el cielo nocturno puesto" y no me supiste entender. Me refería a que desprendes toda la luz de las estrellas y ejerces sobre mí la fuerza de atracción de la luna sobre el océano. Así, que espero que entiendas las mareas que se están formando en mi tempestad. 


Te pregunté qué significa estar enamorado, solo para saber si tus ojos brillaban mientras lo explicabas. Hablaste de compañía y de tiempo con una mezcla de tristeza, nostalgia y ojalás en tus pupilas. 


Yo callé mi versión del amor porque significaba decir tu nombre y apreté los dientes al unísono con los puños para evitar gritarte un te quiero mientras contestabas.


Me hablaste del tiempo como quien te lo está prestando y no entendí si estabas hablando de mi vida en ruinas o dejando asomar un tal vez nosotros. Yo solo quería explicarte que en esta ocasión, no quiero llegar tarde. No quiero jugar con cartas marcadas y llamarlo destino por miedo a llamarlo por su nombre: miedo. 


Y hablaste del pánico a una huida que acabe en derrumbamiento. Expresaste el temor a una pesadilla donde quieres volver a casa, pero ya no hay nadie esperándote. Ahí, fuiste sincera. Ser valiente no, no es sólo cuestión de suerte. 


Y te habría dicho que mataría esos monstruos por tí, que te haría olvidar las dudas de los caminos que al final no escogieras y pintaría de mis mejores colores tus días grises.

Te despertaría cada domingo para incendiar un poco la semana y apoyaría mi cabeza sobre tu hombro cuando esté malherido. 

Que si la huida significa derrumbamiento, prefiero el suelo contigo a un cielo sin tí. 


Y te sujetaría, joder. ¿Quién coño podría dejarte caer?

domingo, 4 de febrero de 2024

Día 8

Al despertar he conseguido estar diez minutos sin pensar en tí. Y me he asustado. 

Te toca tirar a tí y hace dos días de silencio que están pareciendo una eternidad. 


No sé si estás jugando o estás caminando hacia atrás, pero tengo estas ganas inmensas de verte y ya he borrado el mensaje que te iba a enviar más de nueve veces, o diez...


Lo bueno del baloncesto es su dinamismo, la belleza en la velocidad del movimiento, los amagos imprevisibles, la ausencia de aire en tus pulmones cuando la pelota está girando alrededor del aro... Espero que disfrutases del partido, yo sigo botando la pelota mientras suplico que tú, encestes aquí. 

¿En qué aro estás pensando anotar?


Mate. En este caso, va con jaque. 

Y de nuevo, el que muere, soy yo.