miércoles, 10 de septiembre de 2014

Derecho al olvido

Tengo un amasijo de dudas
clavándome sus uñas.
Una obra sin precedentes,

asfixiándome. 

Todo empieza porque algo acaba y así
,

revoloteamos bajo el mismo cielo
como queriendo evitar
el impulso de escribir
una nota de suicidio. 

Verás, 
las oportunidades que no tuviste
no tumban el cúmulo de caricias 
que te he dado. 

¿Sabes? No te pediré nada

porque hay gestos que traducimos
de distinto modo.

Ni los mejores genios llegan a la misma solución
porque parten de bases teóricas
distintas. 


Yo también tengo memoria,
y un instinto atroz 
al que a veces no logro amansar 
ni emitiendo las mejores sinfonías. 


Toda la culpa la tiene mi voz. 
Pero escucho, no lo olvides. 

Mi cabeza alberga
una concentración de energía
próxima a la implosión.
No es tan fácil 
como dejar carpetas vacías,
eliminar espacio en el disco blando. 


No se si merecemos el derecho al olvido,
pero es un despropósito
que una serie de seres ranciosnales 
se atrevan siquiera a decidirlo. 

Si quiero no lo olvidaría 

y si no quiero olvidarlo, 
no recordaría 

nada más lejos
que tus labios. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario