Has aprendido a masticar ausencias,
como si de un chicle se tratara.
Una y otra vez
hasta que dejas de saborearlas.
Y la parte más insípida de lo que eras
sientes que nubla la cima,
de lo que crees ser ahora.
Ser o sed, es la cuestión.
La sed de versos,
de que te versen como un torbellino,
un domingo en una azotea
y que la ropa tendida salga volando.
Y que tiendas tu mano
y te pongan en la mano el mundo.
Porque lo de comer con cubiertos
suena demasiado civilizado,
para unos canívales de sueños.
Por la noche
sueñas con dormir mientras el in-somnio
significa en voz baja:
"dentro de un sueño".
Ahora sientes,
el efecto de haber tragado gusanos:
lo de las
mariposas aplastadas en el estómago
es provocado por la mienta-morfosis.
Y el capullo queda dentro.
Ahora dime:
¿Ha merecido las penas?
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